domingo, 12 de diciembre de 2010

¡No nos dejemos engañar!


No nos dejemos engañar... Cuando nos invade la nostalgia, parece que todos los recuerdos son fieles copias de momentos irrecuperables, insuperables, inmejorables... Añoramos el pasado como si hubiéramos vivido lo mejor que hubo alguna vez y ya no podremos volver a tenerlo nunca, y sólo nos queda lamentarnos. En contraste con esa pretérita perfección, entonces, el presente queda opacado y parece que por más alegría que pueda sentirse en este momento, nunca se recuperará aquello que se tuvo.
No nos dejemos engañar... El recuerdo es muy selectivo, no rescata los detalles aleatoriamente, sino que nos lleva a los lugares más ideales de cada momento, incluso elimina sensaciones indeseables; en fin, tiñe todo de una perfección que no hub
o. Nosotros, seducidos por eso que creemos haber vivid
o, nos entristecemos y reprimimos, por innecesaria, la ira que resulta de la impotencia de volver. Simplemente sentimos nostalgia, que es un sentimiento horrible.
No nos dejemos engañar!

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