lunes, 18 de agosto de 2008

Se volvió loca


.....No sabía si realmente lo que estaba haciendo era lo que quería, ni si de todo lo que había gritado antes de dar el último portazo estaba tan segura como había intentado aparentar. No sabía qué iba a ser de ella a partir de ese momento, no sabía qué sería de su vida. Solía ser tan razonable y organizada y juiciosa y coherente que en cualquier otro momento de su vida esa situación la hubiera desesperado hasta la locura. Pero en ese momento sentía que todo era muy diferente a lo que siempre había creído.
.....Miró a su alrededor: estaba en una calle un poco oscura, de noche, caía un rocío tenue y un frío tímido pero penetrante invadía el aire; una plazoleta con plantas muertas a su izquierda era la poca naturaleza que esa enorme y gris ciudad de altos edificios sucios ofrecía.
.....La particular visión que experimentó por primera vez en ese momento fue la de un mundo visto sin filtros. Vio el mundo como lo vería alguien que no conoce de leyes ni costumbres ni cosas preestablecidas. Vio a los edificios como monstruosidades que obstruían el paso, a las calles como pasadizos por los que escurrirse entre esas bestias, vio a la plaza como lo último que quedaba por cubrir de roca gris, vio a las luces de mercurio como un último recurso para reemplazar la luz de la luna que las construcciones no permitían ya ver.
.....Sintió claustrofobia en medio de la ciudad. Pensó en correr hasta llegar a un lugar abierto, pero ya sabía que podría correr horas y seguir en medio del cemento. Vio las veredas, las plazas y los bulevares como los últimos manotazos de ahogado del hombre queriendo salvarse del error que había cometido al cubrir el suelo de hormigón impermeable. Sintió ganas de gritar, de trepar un edificio por las rejas de los ventanales y, una vez en la terraza, tirarse al vacío y aparecer en un lugar abierto.
.....De pronto se dio cuenta de que dentro de cada ventana había gente, viviendo su vida en ambientes de tan solo metros. ¡Y era feliz! ¿Cómo podía la civilización haber desnaturalizado al hombre al punto de que éste aceptara vivir sin otro frío que el de las paredes o el cielo raso o el piso embaldosado? ¿Cómo podía el instinto haberse finalmente rendido ante la sociedad y no ansiar libertad como la que las leyes naturales ofrecían? ¿Cómo podía un animal no vivir como tal? ¿Qué era el hombre? ¿Podía ser que sólo ella sintiera que necesitaba salir de ese laberinto para volver al lugar al que pertenecía? ¿Pertenecía a algún lugar? ¿Qué era ella?
.....En ese momento sintió que no sabía qué era. Se sintió un león dentro de una jaula que en lugar de barrotes tenía paredes de hierro; se sintió como se sentiría un bebé dentro de una caja fuerte, como se sentiría un lobo en un living alfombrado, como una liebre que por la noche choca con el cemento de la ruta y ve venir un camión que la enceguece, y la hace pedazos…
.....Entonces perdió todo lo que tan finamente se había ido armando dentro de su cabeza y la había hecho una persona civilizada; fue como si en ese momento lo hilos de la complicadísima tela de araña que tenía en su mente, que no era menos que lo que había aprendido desde que su cerebro había quedado a disposición de quien se dispusiera a moldearlo, finalmente, de tan tensos, se hubieran cortado y su instinto volviera a apropiarse de su accionar.
.....De pronto vio a todo aquello tan artificial, tan extravagante y tan ajeno como una amenaza de la que difícilmente podría salvarse; en la dureza del asfalto vio una armadura imposible de vencer, en las inmutables paredes vio la piel de un enemigo feroz e invulnerable, en la infinidad del paisaje antinatural encontró un mundo del que no conocía nada, y que podía atacarla tan pronto como se lo propusiera y vencerla sin el más menor esfuerzo.
.....Se agazapó detrás de una planta y fue entonces cuando pronunció el grito más feroz, más instintivo, más gutural que se había escuchado vez alguna en la ciudad. Fue como el aullido de una bestia en peligro que se sabe perdida; fue como un pedido de auxilio a la naturaleza; fue como la expresión sonora del terror más profundo que podría sentir un animal.
.....Algunos vecinos asomaron su cabeza por la ventana, intrigados. No llegaron a verla en cuclillas, tras un arbusto, temblando y tan fría como la noche. Esa fue toda la participación del resto en la situación.
.....A la mañana siguiente fue noticia; algunos la vieron pasar corriendo en zigzag por las calles, desesperada, enceguecida, antes de que fuera atropellada por ese colectivo de línea manejado por un chofer medio dormido que aún no contaba con los reflejos necesarios para no atropellar a inadaptados sociales cuyos sentido común e impulsos se desfasaran dentro de su mente y los llevaran a tirarse debajo de una mole movediza que los ataca.

No hay comentarios: